La historia de Liebig, el pueblo que alimentó al mundo, y una prueba de aguas abiertas
Liebig es un pueblo de Entre Ríos que tiene una sola calle asfaltada. Si se circula por esa calle en dirección sur se llega a sus localidades vecinas: San José y Colón. Liebig fue sede de una prueba de natación de aguas abiertas, una de las fechas más importantes dentro de la costa del Litoral. Y allí estuvimos hacia fines de febrero. Fuimos 450 nadadores que recorrimos cinco kilómetros contra las olas y un cauce de un río ancho. Salir desde Liebig, llegar hasta San José. (Por Juan Mascardi – Infobae).
Cuando voy nadando, muchas veces me pregunto qué es lo que nos mueve a dejarnos flotar en el agua y hacer fuerza. Una vez, un profesor me dijo que la natación era vencer la resistencia del agua. Y esa definición me pareció bellísima.
Nuestros cuerpos se hacen elásticos. Tratamos de no chocar contra el agua, sino entrar de una manera anatómica que nos permita deslizarnos. El movimiento es repetitivo: desliz, fuerza, desliz, fuerza, desliz, fuerza.
¿A dónde va la mente de un nadador de aguas abiertas durante tanto tiempo? Muchos dicen que cuentan las brazadas, las respiraciones y se ponen metas. Otros tratan de pensar y de traer recuerdos positivos. Otros cantan canciones de cuna. Pero es fundamental que ninguno de los temores te gane en ese instante. Porque el temor en medio del agua te puede quebrar. El miedo, en medio de la inmensidad, puede agigantarse. Siempre hay que moverse, no quedarse quieto. El que se queda quieto, pierde.
Antes de nadar, recorro el pueblo. Liebig parece detenido en el tiempo. Y no es solo una metáfora, sino que es un lugar que experimentó un rápido crecimiento producto de la revolución industrial. Pero cuando los capitales extranjeros se retiraron, el tiempo se detuvo.
A comienzos del siglo pasado se instaló la Liebig Extract of Meat, una empresa de capitales ingleses dedicada a la producción del extracto de carne y del corned beef. Para poder tener obreros cerca, se construyó un pueblo con arquitectura inglesa. El nombre es en homenaje al creador de la fórmula para la elaboración del extracto de carne, Justus von Liebig, conocido como el padre de la química orgánica.
La llegada de los ingleses convirtió a Pueblo Liebig en la cuna del desarrollo y el crecimiento de la industria cárnica. El corned beef, el extracto de carne y muchos otros productos se elaboraron en el poblado, llegando a convertir la fábrica en la “gran cocina del mundo”. Tuvo un rol trascendental a principios del siglo XX, abasteciendo a soldados durante la Primera Guerra Mundial. Fue declarada “Bien de Interés Industrial – Nacional” y “Patrimonio Histórico Nacional” en 2017. En 2020 comenzaron a realizar visitas guiadas.
La fábrica hoy es un museo que se puede recorrer y da al río Uruguay. Allí se cuentan las anécdotas y las historias de los 3.500 operarios que trabajaban en dos turnos para producir alimentos derivados de la carne. Alrededor de la misma había 44.000 hectáreas de campo de pastoreo. Todos los días se faenaban 1.500 cabezas de ganado.
El viaje de la historia
Al leer la newsletter Recomendadas AM, Miguel Savage, ex combatiente de Malvinas (o sobreviviente, como él se autodenomina), escribió: “Los polacos prisioneros de Siberia se refugiaron en Argentina porque las latas de corned beef de Liebig les salvaron la vida. Se vinieron por instinto de supervivencia. Seguramente pensaron: ‘Vamos a la Argentina, allí hay comida’”.
Miguel se refiere a lo que ocurría en los Gulags, los campos de trabajo forzado soviéticos donde Stalin había enviado a dos millones de polacos. Con Alemania como enemiga, la Unión Soviética buscaba nuevos aliados y apoyo para la lucha en Polonia. Para mejorar las condiciones de los prisioneros, Stalin liberó a varios y permitió que otros recibieran alimentos, medicamentos y abrigo. La logística de suministros desde Sudamérica, principalmente Liebig, Entre Ríos, era gestionada por Gran Bretaña en colaboración con el gobierno polaco en el exilio en Londres.
Las latas salían de Liebig y tenían un largo viaje a través de barcos y trenes hasta llegar a Siberia. Cada lata era una especie de milagro y esperanza. El sello de ‘industria argentina’ era una promesa. La conexión entre la comida y la supervivencia llevó a muchos polacos a migrar a Argentina.
El alimento de acá
Ana, de Junín, escribió: “¡Qué hermoso evento! Con desafíos, con encuentros de amistad, con la historia misma de un pueblo que se reinventa para perdurar. Felicitaciones por la entrega, por las ganas de participar y por contar las vivencias de un pueblo que fue partícipe del crecimiento de nuestro país. Una curiosidad: pocas personas conocen la viandada, producto que ya no existe en las góndolas del supermercado y que fue muy preciado décadas atrás”.
Este alimento fue significativo en la dieta de los argentinos. La viandada es la carne enlatada que los ingleses llaman corned beef. Corn en inglés significa maíz. El nombre del producto alude a los grandes granos de sal de roca empleados para preservarla, similares a los granos de la mazorca. La viandada es una curiosidad casi extinta. Es una salazón de carne vacuna que luego es hervida en vinagre.
La historia de Liebig le trajo recuerdos a Osmar, que escribió: “Buena práctica, la natación. Moverse en un medio distinto y disfrutar a la vez de esa conquista es un gran placer, la competencia es un agregado deportivo que aumenta el placer junto a nuevas emociones. Liebig, ese nombre me retrotrae a la década del cincuenta. Colimba en la Marina de Guerra, dos añitos obligados en la Infantería de Marina. Todo bien (obligado) la comida de calidad dudosa (obligada). Lugar: Arsenal de artillería Zárate. A los pocos meses cambiamos el comedor por la cantina. Era preferible alguna golosina y un mate cocido, antes de ir al comedor. Hasta que un día un compañero nos trajo la noticia: ‘Saben que hoy comimos una carne picada riquísima con ensalada de tomate y cebollas’. Al día siguiente todos al comedor. Recuerdo las latitas de carne picada con su nombre en inglés y lugar de origen: Liebig, Entre Ríos. ¡Volvimos al comedor!”.
Vivir en comunidad
Víctor escribió desde la Ciudad de Buenos Aires: “Che, qué linda historia sobre el Pueblo de Liebig. Me puse a leer sobre el tema. ¿Puede ser que ahora la población no llegue a 800 personas, sin el área rural? Debe ser algo muy pintoresco con tan pocas personas. Que, como en mi caso, no estoy acostumbrado, nací y vivo en CABA (Comuna 12, Coghlan). Barrio de grandes e imponentes casonas también fundado por familias inglesas, que con mis 66 años vi desaparecer y lamentablemente dieron paso a torres. Cuando pase por Colón, voy a ver de darme una vuelta por ahí. Un abrazo grande y gracias por traerme día a día los buenos resúmenes, sin ser ‘tendenciosos’” .
Liebig es un municipio desde el 11 de diciembre de 2019. Por iniciativa del ex presidente Alberto Fernández, Pueblo Liebig fue designada como la localidad nacional de la carne envasada. Según la Dirección General de Estadística y Censos de la provincia de Entre Ríos, cuenta con 2.098 habitantes.
Sin fronteras
Un espacio donde no se distingue la frontera entre pueblo y campo. Una gran comunidad que no solo vive ese pasado brillante, sino de un presente promisorio de turismo, recuerdos y acción. Las comunidades de Liebig y de San José estuvieron al servicio de un desafío acuático. Los bomberos voluntarios nos sirvieron las sandías, las naranjas y las bebidas isotónicas al salir del agua.
Y Liebig nos permitió pensar en cómo era esa Argentina de hace un siglo atrás. Tal vez pudimos fantasear con esos inmigrantes y ese desarrollo. Y nosotros nos movimos a la par de una comunidad que no se queda en el tiempo. Que se mueve, piensa, fantasea y tararea canciones de otros en tiempos en tiempo presente. El pasado es memoria y acción que nos impulsa en el presente a buscar otro horizonte.